En sí, Ravelry vendría a ser, simplificando al máximo, una base de datos y una red social/de comunicación. Cada uno aporta sus proyectos, sus lanas, sus libros, patrones, fotos, etc. y a través de los datos que comparte y que se suman a los de los demás miembros podemos disponer de una cantidad de información increíble. Además está la otra parte, la red social que se estructura a partir de los grupos, los foros de éstos y de forma personal entre los miembros mediante los mensajes internos (también conocidos como ravmensajes). La cantidad de información compartida por los más de 400.000 miembros es abrumadora.

El único programador es Casey y tiene un montón de trabajo para conseguir este objetivo, su genio e imaginación han hecho que algunas aplicaciones y servicios de Ravelry se hayan hecho imprescindibles para los usuarios. Es increíble que un servicio de esta calidad y que es tan útil sea gratuito, pero es esa la voluntad de los fundadores, que lo crearon a partir de donaciones y con la venta de camisetas que al principio enviaban ellos mismos desde su departamento en Boston. En momentos delicados del crecimiento hubo iniciativas de los propios usuarios destinadas a conseguir dinero, por ejemplo para comprar un nuevo servidor (se consiguieron 80.000 dólares en tres semanas). Hoy en día hay una tienda en el sitio de cosas con la marca Ravelry, se venden patrones (por cierto es el modo en el que los diseñadores consiguen un mayor porcentaje del dinero que se paga por sus patrones), hay anuncios en los foros (son extremadamente baratos, para que más vendedores puedan acceder a ellos y así mostrar más oferta a los usuarios) y se pueden hacer donaciones, con todo esto han conseguido ampliar el equipo con dos nuevos miembros: Mary-Heather (Ravelry link, blog) y Sarah (Ravelry link, blog) que ayudan en este lugar imprescindible. Ravelry está en inglés, pero hay grupos en español y no faltará quien te eche una mano si es necesario.